Queridos/as
lectores/as:
Como
seguimos en verano y, seguramente, muchos de vosotros estaréis de vacaciones,
os comparto unos relatos breves que se leen fácilmente. Como los anteriores que
ya publiqué en el blog, los escribí en una página de Twitter (ahora X) para
“Motivación escritoril”.
101.
Ni al viento, ni a las olas, ni a las tormentas temen los piratas pues, bien saben ellos que Dios les cuida, a pesar de sus
fechorías. Pero ¡ay! si se encuentran con un barco fantasma que los maldiga con
sufrir el mismo infortunio.
102.
La fiesta va a comenzar en breve.
Las mujeres se engalanan con bonitos vestidos de seda y encajes, perlas y
bordados. Los hombres lucirán sus mejores trajes de terciopelo. Los antifaces
ocultarán sus rostros para mantener el anonimato cuando, embriagados por el
champán, se besen apasionados.
103.
Ella era la princesa de la casa. Era
hija única entre varios varones. La consentida, la mimada, la que tenía que
convertirse en reina de su futuro hogar. Pero se rebeló para dejar de ser
princesa y convertirse en guerrera.
104.
—Sí, me apetece una pizza —dijo el
hombre pronunciando mal la palabra “pizza”.
—Pues
allá vamos.
Pasaba
el tiempo y el viaje no terminaba. El primer interlocutor comentó:
—Chiquilla,
si tardamos más en llegar al restaurante, llegaré muerto de hambre.
—Pero,
¿de qué hablas?
—De
comer una pizza.
—¿Pizza?
¡Entendía Pisa! ¡Estamos yendo a Italia! ¡A Pisa!
105.
Algún día miraré el horizonte y
sabré que ya no está tan lejos el final. Que hice todo lo posible por disfrutar
del camino y estaré preparada para contemplar la última puesta de sol, sin
tristeza, porque sé que más allá empieza el arco iris.
106.
Nunca le regalaron nada en su vida, así que, cuando recibió varios regalos no supo qué hacer con ellos.
107.
Los viejos conocían la leyenda del árbol.
Para los jóvenes solo era una fantasía. Pero el día que llegaron los enemigos y
mostraron su poder, ante el temor de ser exterminados, todos se acercaron al
árbol y suplicaron que utilizara su poder para vencer la batalla.
108.
No tenía intención de conquistar aquel reino.
Era un lugar casi desértico, sin riquezas. Pero cambió de idea cuando vio a una
muchacha acercarse a un pozo para sacar agua. Su belleza era cálida como la
arena, sus cabellos negros como la noche y la mirada verde como las esmeraldas.
109.
(Traición): Le entregué las mieles
de la juventud. Cuando envejecí, buscó el maná en otras fuentes.
110.
El día de la coronación se acercaba
y el miedo se apoderaba de ella. Había recibido una buena educación para
convertirse en reina pero, ahora que su destino parecía cumplirse, le asaltaban
las dudas y temores. La confianza de sus súbditos no la ayudaban a ganar
seguridad en sí misma y solo tenía ganas de huir.
111.
Se dejaron llevar por sentimientos
apasionados e inocentes, llenos de sueños, bajo la pálida luz de la Luna, entre
sombras cómplices de su amor, hasta que los primeros rayos del Sol iluminaron
sus cuerpos inertes, convirtiendo su tragedia en leyenda.
112.
“Abracadabra, pata de cabra”. La maga pronunció el conjuro confiando en que
saliera un conejo de la chistera. En vez de suceder eso, se abrió un portal
tridimensional que la atrapó y llevó a un lugar donde hacer magia estaba castigado y no pudo
regresar jamás a su mando.
113.
Aceptó unir su destino a él sabiendo que sería un camino difícil. Se consagró a
su formación como hombre entre los hombres. Soportó sus ausencias, las críticas
maliciosas. Se calló la tristeza, el miedo. Sufrió hasta sentirse morir cuando
lo vio morir injustamente. Lo hizo todo por
amor. Su nombre era: María de Nazaret.
114.
Viejo y olvidado permanecía el piano
que un día, lejano ya, había sido el alma de la casa. Sus notas habían
despertado alegrías y callado tristezas. Fue creador de sueños y apaciguador de
disgustos.
115. El rey sabía que les estaba exigiendo
demasiado. La batalla había durado más tiempo del esperado. Cayeron muchos
soldados. El campo estaba lleno de muertos y agonizantes. Los heridos, con
vendajes maltrechos, insistían en no decaer para mostrar su lealtad al rey.
116.
Esa noche soñó con letras. Las veía flotar
en el aire o grabadas en las paredes. Eran grandes, pequeñas, mayúsculas y
minúsculas. Las vocales eran de colores. Las consonantes doradas y plateadas.
No formaban ningún mensaje. Sin embargo, cada mañana se despertaba con la
sensación de adquirir nuevos conocimientos.
117.
No era una promesa fácil de cumplir.
La verdad, empezaba a cansarse de mantenerla. Pero, siendo la única persona
inmortal del mundo, consideraba que era su obligación seguir burlando a la
muerte... eternamente.
118.
Bella como una ninfa, de maneras elegantes como una pantera. Ondeaba al viento
su melena azabache. Miraba a la vida con sus ojos felinos. Sonreía con labios
de fresa. Era hermosa, digna de ser adorada y deseada. Solo tenía un defecto:
su corazón era frío como el hielo.
119.
Nadie volverá a saber jamás cómo era la vida antes de que este planeta se
convirtiera en un auténtico infierno.
Ni siquiera las antiguas grabaciones de la naturaleza les ayudaban a percibir,
ni intuir, el bienestar que disfrutamos un día, hace tiempo ya. El paraíso
estuvo aquí y nosotros lo destruimos.
120.
Por primera vez en mucho tiempo pudo
abrazar a sus seres queridos, a quienes tanto había añorado. Atrás quedaban las
dudas sobre la existencia de la vida después de la muerte. Ahora ya sabía qué
la eternidad estaba ahí, para ella y todos los que estaban dispuesto a
disfrutarla con amor y en paz. Era el sueño eterno.
121.
¿Sabes cuál es el secreto de la magia?
Sentir que el poder está dentro de ti. Que puedes cambiar las cosas. Solo
tienes que sentirlo, con amor y respeto hacia la naturaleza y las personas. Los
cuatro elementos son tu arma pero, no lo olvides: no los traiciones o te
abandonarán para siempre.
122.
Tenía que tomar una decisión. Sería
la más difícil de su vida. Ya no había gente en el planeta. La atmósfera era
pesada, el calor sofocante. Aún así, la naturaleza se abría paso entre los
edificios destruidos. Pero ya no había lugar para ella. Enfermaría y moriría
con grandes dolores durante días. No debería dudar. No había marcha atrás. El
suicido era la única opción.
123.
Los temores, las dudas, la incertidumbre, angustias, falsas alegrías, felicidad
volátil, amores olvidados, duelos persistentes. Todo se manifestaba en sus
peores pesadillas. Ni el amanecer desdibujaba por completo sus fantasmas del pasado.
124.
“La esperanza es el engaño del
cerebro para que sigamos luchando, aunque esté todo perdido”, dijo el sabio. Y
la gente perdió la poca esperanza que les quedaba.
125.
Oteando el horizonte, cuando el sol tinta de rojo y dorado el atardecer, vio
aparecer el barco. Parecía emerger
de las oscuras profundidades del océano, desafiando las olas salvajes, envuelto
en una niebla verdosa que era su identidad fantasmal.
126.
El momento más aterrado que vivió la humanidad fue cuando se hizo consciente de
que ya no había futuro.
127.
Así empezó el año nuevo: sin maquillaje, sin peinado sofisticado; en pijama,
calcetines de listas, zapatillas de lana. Recostada en un sillón reclinable,
viendo la televisión y sintiéndose la reina
de la casa.
128.
No es más verdad lo que a ti te
parece cierto y a mí mentira, ni menos verdad lo que para mí es auténtico y
para ti falso.
129.
Escribí una carta para ti. En ella
te hablé de mis verdaderos sentimientos. También comenté mis miedos, mis dudas,
mis sueños. Luego, la metí en un sobre que lacré con un sello de cera roja. El
papel todavía arde en la chimenea. El mensaje en mi corazón.
130.
La bailarina se puso las zapatillas
de ballet, blancas como el tul de su vestido. Y empezó a girar sobre la punta
de los pies. Dio vueltas y vueltas por la sala. La luz entraba por la
cristalera y envolvía con su aura multicolor a la joven. Parecía un ángel.
131.
Salió de la nave y pisó un nuevo planeta. Su estrella inundaba de luz rojiza el
cielo. Con el paso de las horas comprobó que siempre había luz. Pasaban los
días, las semanas… La estrella parecía desafiar su raciocinio. Jamás pensó que
llegaría a extrañar la oscuridad.
132.
Nos conocimos junto al mar y no puedo
olvidarlo. ¿Cómo olvidar que me quedé embobada admirando tu cuerpo atlético
y moreno mientras me tragaba una ola que me rebozó por la arena, una y otra
vez, hasta que me levantaste y cuando quise sonreír salió un pulpo cabreado de
mi boca?
133.
No habiendo quien se atreviera a desafiar al dragón con acertijos, éste decidió sumirse en un largo sueño.
135.
¡Ah sí! Aquellos días fueron maravillosos. No disponíamos de las comodidades de
hoy en día pero eso hizo que viviéramos la experiencia con mayor intensidad.
No, no señor. Por mucho dinero que nos prometa, ninguna nueva aventura será como aquélla.
Y
hasta aquí llega la quinta publicación de relatos breves. Espero que os
entretuvieran mientras disfrutáis del verano. Nos vemos en la próxima.
¡Saludos!
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