ROBERTO
GAITE
Hace unos cuantos años (allá
por los años 90) decidí que había llegado el momento de escribir una novela en
serio. Y digo “en serio” porque había escrito novelas y relatos anteriores pero
nunca pensé en hacerlo como algo que pudiera publicarse algún día. Así que,
casi puedo decir que mi primera novela es “Roberto Gaite”.
¿Por qué el personaje
es masculino y no femenino? Porque había escrito tantas historias desde el
punto de vista de una mujer, que me apetecía hacerlo desde el punto de vista de
un hombre. Meterse en la piel de un hombre no es fácil pero fue muy
interesante. La novela no está escrita en primera persona pero, evidentemente,
Roberto es el personaje principal y todo lo que sucede tiene que ver con él y
su mundo.
¿Cómo preparé esta
novela?
Tenía claro que quería
que estuviese ambientada a finales del siglo XIX o principios del XX pero la
ciudad en la que la ambientaría debía ser ficticia y la llamaría Próspera.
Próspera era una ciudad
que, a pesar de ser pequeña, disponía de todas las modernidades que existían en
esa época pero, por ser pequeña, la gente de clase alta era más conservadora y
reacia a aceptar ciertos cambios. Roberto, a pesar de ser barón, rompía con ese
esquema clásico. Apasionado de la música y de su carrera profesional -la
medicina-, deseaba que su ciudad tuviese el mejor hospital de toda la nación,
así como otras mejoras en la sociedad.
La ciudad está dividida
por un río que separaba el centro, la zona rica, de la zona pobre.
Como en todas las
ciudades, había locales donde solo se reunía la gente de clase alta: teatros, cafés,
etcétera. Un hipódromo donde se celebraban carreras de caballos los domingos.
Un parque donde la gente se reunía para pasear a pie o en carruaje. En este
parque hay un estanque formado por el río donde se puede navegar.
Uno de los momentos en
que Roberto demuestra su rebeldía es cuando decide abrir un casino. A pesar de
ser un negocio aceptado en otras ciudades, en Próspera mucha gente piensa que
puede ser un lugar inadecuado por estar dedicado al juego, algo considerado pecaminoso.
Desde el principio tuve
bien definidos a los personajes, sobre todo a Roberto, Isaías y Soledad. Irene, la esposa de Roberto, solo era un
recuerdo doloroso para ellos, así como el hijo de ambos (al menos en dos
novelas de esta historia). Y es ese dolor el que marca su carácter poco
convencional para los caballeros de la época. Un carácter que es tan admirado como
aborrecido por los demás ciudadanos.
Lo que más deseaba
escribir en esta novela eran los diálogos. A través del enfrentamiento entre
los personajes se conocen sus caracteres, sus sentimientos y sus secretos.
Se puede decir que hay
dos antagonistas en la novela: Soledad (esposa de Isaías) y Lucas (un pariente
de Roberto que aparece de pronto en la ciudad y de cuya existencia él no tiene
conocimiento). El rencor de ambos hacia Roberto los unirá, así como enfrentarán
a Roberto a sus recuerdos, manifestará su lado más mordaz y le obligará a
plantearse el futuro. La decisión que toma al final de la novela estará influida
por una mujer, Julia Colmenar, que aparece en la ciudad de pronto tras quedar
viuda y se enamora de Roberto, así como algunos sucesos inesperados para él. Sobra
decir que Julia pone el punto más romántico en la historia.
Los demás personajes de
la novela: médicos, la condesa doña Carmen, madame Berta, el alcalde don
Martín, etcétera, además de crear diferentes momentos de más o menos tensión en
la historia, ayudarán a perfilar el carácter de los personajes principales y de
la ciudad.
En aquellos tiempos, un actor que podría ser referente para imaginarse a Roberto, es Mandy Patinkin, sobre todo por su fuerza expresiva y la mirada. Aunque, a mí no me gusta poner rostro a los personajes de las novelas. Prefiero que los/as escritores/as se los imaginen.
Cuando hago referencia
al atractivo de un personaje, ya sea masculino o femenino, suelo referirme a
que no es un/a perfecto/a Adonis/Venus, pero sí tiene en conjunto, por sus
rasgos, postura y carácter, algo que los distingue de los demás.
El final de esta novela
podría considerarse abierto porque se pueden plantear algunas preguntas por
simple curiosidad. No es el típico final feliz que se puede esperar de una
novela que, sin ser la típica romántica, sí se engloba dentro del
romanticismo/drama.
Y es ese final el que me
hizo escribir una continuación. La verdad es que disfruté tanto con estos
personajes que deseaba ampliar su mundo. En esta segunda parte que titulé “El
regreso de Roberto Gaite”, desaparecieron algunos personajes de la primera
novela y aparecieron otros nuevos que, por supuesto, interactúan bastante con
Roberto.
Pasado un tiempo,
después de escribir la segunda parte, decidí crear otra parte de la historia de
los personajes porque deseaba responder a cómo pudieron conocerse los
personajes principales. Me refiero a Roberto, Isaías, Soledad e Irene.
Entonces, escribí la novela en la que se descubrirían los comienzos de su
amistad y enamoramientos. Esta novela la titulé: El gran amor de Roberto Gaite.
La segunda y tercera
novelas son las más románticas de las tres. Pero escribir esta tercera parte,
que sería el comienzo de todo el universo de Roberto, me planteó preguntas que
no tenían respuestas. Así que escribí una cuarta novela, más corta, en la que
se descubriría qué había pasado con Irene y Adolfo, el hijo de ambos. Cómo se
llevó al fatal desenlace y cómo cambió el carácter del protagonista. Esta
cuarta historia la titulé: El dolor de Roberto Gaite.
A pesar de haberlas escrito en este orden:
·
Roberto Gaite
·
El regreso de Roberto Gaite
·
El gran amor de Roberto Gaite
·
El dolor de Roberto Gaite
Se pueden leer en este
orden:
·
El gran amor de Roberto Gaite
·
El dolor de Roberto Gaite
·
Roberto Gaite
·
El regreso de Roberto Gaite.
Aunque yo, como creadora de esta historia, prefiero respetar el primer orden. Y, de hecho, las publiqué así en tapa blanda y libro electrónico:
Roberto Gaite
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"Las mujeres se sentaron cerca de la galería para no sentirse agobiadas por el calor que empezaba a inundar el salón. Soledad se abanicaba con un abanico de encaje negro. Miró a Julia y comprobó el interés que había suscitado en ella Roberto. La duquesa no dejaba de mirarlo y en sus mejillas podía verse un incipiente rubor.
—Espero que lo
estés pasando bien, Julia –comentó.
—¡Oh, sí,
gracias! –exclamó, un poco turbada─. El Barón toca muy bien el piano.
—Sí, siempre le
gustó mucho la música. Yo diría que es su afición favorita.
—No me has
presentado a su esposa –dijo Julia.
Soledad sonrió
divertida.
—Roberto es
viudo, querida.
Julia la miró,
sorprendida.
─Sí, es viudo
─repitió─, desde hace cinco años –añadió Soledad─. Y no tiene intención de
casarse de nuevo.
—¿Cómo puedes
estar tan segura? ¿Tan bien le conoces?
Soledad cerró el
abanico y apoyó una mano en el brazo de su amiga.
—Es indudable
que el barón te ha causado buena impresión. Pero, permíteme que te dé un
consejo, querida. Olvídate de Roberto Gaite. Cualquier mujer en su vida no
tendría más valor que su perro. Vive anclado en el pasado, guarda rencor en su
corazón. No, Julia, jamás hallarías la felicidad junto a él".
EL REGRESO DE ROBERTO GAITE
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"Dejaron los caballos sujetos a una puerta enrejada y subieron al campanario. Como había dicho ella, las vistas eran espectaculares. Las contemplaron embelesados un rato.
─No pareces muy cómodo ─comentó ella.
─A mí mujer también le gustaba subir aquí ─explicó Roberto.
─¡Vaya!¡Qué coincidencia! Lamento traerte malos recuerdos.
─No lo son. Recordar a Irene jamás se convertirá en un mal recuerdo
para mí ─esbozó una sonrisa nerviosa.
Julia se acercó a más a él. Se quitó uno de los guantes y le acaricio
una mejilla.
─Te he echado mucho de menos, Roberto ─le dijo y lo besó en los
labios".
EL GRAN AMOR DE ROBERTO GAITE
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"Irene cogió una pasta y empezó a mordisquearla. Centró nuevamente su atención en el exterior. Solo veía pasar gente de un lado para otro, apurando sus pasos para guarecerse de la lluvia en los soportales, sorteando carruajes de diferentes clases. De pronto le llamó la atención un caballero que parecía venir hacia el “Plaza”, caminaba rápido y llevaba un libro bajo el brazo. Sintió que su corazón empezaba a latir velozmente. Era la primera vez que le sucedía algo semejante. El hombre cada vez estaba más cerca. Podía distinguir sus ojos, tan negros como sus cabellos, y sus rasgos, más viriles que los de la mayoría de los hombres de su edad. Cuando él se adentró en el soportal, ella se echó hacia atrás en el asiento, temerosa de que la descubriese. Se llevó las manos a la cara. Sus mejillas estaban ardiendo. Bebió un poco de té para tranquilizarse y volvió a buscar al hombre pero ya no estaba allí y no había entrado en el café. Su madre regresó e Irene desistió de seguir buscando al hombre entre la multitud".
EL DOLOR DE ROBERTO GAITE
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"Roberto y su familia llegaron justo a tiempo de empezar la misa. Se sentaron en un banco, cerca de la entrada.
Cuando
terminó el oficio, salieron al exterior y saludaron a sus conocidos.
─Es
realmente sorprendente que no te hayas quedado en el hospital ─comentó Soledad
a Roberto con sarcasmo─. Últimamente ese lugar parece que se ha convertido en
tu hogar.
─Solo
cumplo con mi obligación ─respondió él.
─Igual
que los demás médicos, Roberto. Solo que ellos saben que también tienen
familias que atender ─replicó".
Como he
dicho, disfruté mucho con esta historia y sus personajes. Tenía las ideas tan claras que escribí en
poco tiempo cada novela.
Años
más tarde, cuando las revisé para corregir y publicar, recordaba todo de ellas,
principalmente de las dos primeras novelas. Como podéis comprobar las publiqué
en Amazon. No fue fácil tomar esta decisión. Cuando publicas una novela parece
que te desprendes de algo muy personal y esta historia de Roberto Gaite es muy
especial para mí. Pero ahí están, os he dejado los enlaces por si os interesa
haceros con ellas. Y, si las leéis, espero que disfrutéis con ellas tanto como
lo hice yo escribiéndolas.
Y hasta aquí llega esta entrada. Espero que os
haya gustado. ¡Nos vemos!
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